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La fonofobia o el miedo a los ruidos fuertes

Todos nosotros, y decimos todos sin excepción, conocemos a alguna persona, ya sea un familiar, un amigo o un conocido con algún tipo de fobia. Aunque tampoco es de extrañar que nosotros mismos tengamos alguna, ya que se trata de algo común y existen multitud de ellas.

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Una fobia es un “temor intenso e irracional, de carácter enfermizo, hacia una persona, una situación o una cosa”. También se define como el “odio o antipatía intensos por alguien o algo”. En lo referente a la audición, que es lo que dominamos en Audicost, puedes preguntarte por diversas razones cómo se llama el miedo a los ruidos fuertes. La respuesta es fonofobia.

También denominada ligirofobia, acustifobia o acusticofobia, su significado en medicina es un miedo intenso e incontrolable a los ruidos fuertes, fobia a los ruidos fuertes e inesperados, como pueden ser gritos, explosiones de globos, cohetes o petardos, truenos, silbidos, carcajadas, lloros, las obras de la calle, alarmas… Las fobias específicas son un miedo extremo a objetos y situaciones que suponen poco o ningún peligro, pero que provocan altos niveles de ansiedad.

Por ejemplo, fotofobia y fonofobia suelen encontrarse entra las fobias más comunes y extendidas.

Al hablar de fonofobia es también normal pensar en la misofonía y la hiperacusia. La primera es esa reacción selectiva y extrema que, a diferencia de la hiperacusia, se da ante sonidos específicos. La segunda, una hipersensibilidad auditiva, que hace que las personas que la padecen comiencen a sentirse incómodas con sonidos que les rodean y a los que están habituados, incluso sonidos del día a día, lo que les proyecta una sensación subjetiva de molestia o malestar. (Hay quien considera la fonofobia una forma extrema de misofonía).

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Aunque ambas también tienen un origen psicológico, la fonofobia es un temor irracional y subjetivo, mientras que la misofonía afecta como dolencia física a quien la padece. Una persona que padece misofonía reacciona ante un sonido específico, mientras que una que padece fonofobia lo hace ante la posibilidad de que haya un ruido fuerte, (teme que lo haya, pero no tiene por qué haberse producido).

En lo que sí coinciden las dos es en los síntomas que producen, muy similares.

Por todo lo explicado, al ser una fobia está relacionada con el aspecto psicológico y, aunque afecte de forma muy intensa a quien la padece, la fonofobia está considerada un trastorno de ansiedad y no una enfermedad del oído.

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Causas de la fonofobia

Si te afecta esta fobia y no sabes qué hacer, te preguntas continuamente “¿por qué tengo fonofobia?, ¿por qué me asustan los ruidos fuertes?”, y no sabes por dónde empezar para conocer cómo curar esta dolencia, no te preocupes y estate tranquilo. Aquí te indicamos qué hacer al respecto y los pasos que debes seguir.

Todavía se desconocen las causas que la producen, aunque todos los estudios indican que es de origen psicológico, posiblemente debido a un evento traumático sufrido durante los primeros años de vida del sujeto que la padece. (No hay que olvidar que sus causas y síntomas son iguales tanto en niños como en adultos). Otros hechos relevantes ocurridos de más adulto también pueden desencadenarla.

Por ejemplo, algunas personas durante su niñez ya padecían sensibilidad auditiva, por lo que a raíz de ello asocian los ruidos fuertes a algo negativo, produciéndoles fonofobia.

Además de una determinada experiencia traumática, los factores genéticos y la predisposición biológica, la hipersensibilidad de las vías auditivas y el estrés de la vida cotidiana también pueden causar fonofobia.

Síntomas y diagnóstico

La fonofobia es un trastorno de ansiedad con diversos síntomas, similares a los de otros trastornos de este tipo, que se desencadenan en un individuo ante la perspectiva o el pensamiento de oír un sonido que se relaciona con algo negativo.

Las personas con fonofobia tienen una sensación subjetiva de molestia o malestar ante determinados sonidos, incluso sólo pensando en que puedan oírlos.

Estos síntomas suelen ser:

  • Miedo irracional a los ruidos fuertes
  • Cambios repentinos de humor a causa de un sonido inesperado
  • Sudoración en exceso
  • Ataques de pánico
  • Ataques de ansiedad
  • Hiperventilación
  • Tensión muscular
  • Desmayos
  • Alteraciones del ritmo cardíaco
  • Taquicardias y palpitaciones
  • Deseo repentino de huída
  • Nauseas, mareos e incluso vértigo
  • Dolor de cabeza

Cuando una persona desarrolla fonofobia comienza a aislarse, evitando estar en sitios donde pueda existir el riego de objetos o personas que puedan ocasionar sonidos que les afecten, utilizando todo tipo de precauciones para ello, como usar tapones para oídos y bloquear los ruidos fuertes.

Para diagnosticarla sobre seguro, sobre todo si se ha sufrido alguno de los síntomas anteriormente citados, lo mejor es acudir a nuestro médico. (Incluso nos pueden realizar algún tipo de test para asegurar que la padecemos). Lo normal será que éste nos derive a un profesional de la salud mental, ya que se trata de una fobia.

Cómo superar y tratar la fonofobia

Aunque no existe un tratamiento único y eficaz para curarla, lo más efectivo para ponerle remedio es la psicología. Con una terapia psicológica adecuada, quien la padece puede aprender a vivir con ella, incluso llegar a curarse.

Este proceso, que ha demostrado ser útil para ayudar a quienes la sufren y a enfrentarse a los síntomas asociados a ella, pasa por diversas terapias cognitivo-conductuales y de exposición grupal, el cambio en algunos hábitos vitales, por la realización de técnicas de relajación e, incluso, por la toma de algún fármaco.

Para su tratamiento pueden utilizarse:

  • Terapia de conversación (de exposición): cambia el modo de reaccionar del individuo ante lo que le da miedo. El terapeuta le somete al sonido que teme de forma gradual y reiterada, generándole un nuevo aprendizaje en el que esos sonidos le sean inocuos.
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  • Terapia de conversación (cognitivo-conductual): implica una exposición gradual en combinación con otras técnicas. Con ella, el paciente aprenderá a dominar sus pensamientos y sentimientos para confiar en ellos en vez de que le abrumen.
  • Terapia de conversación (narrativa): el paciente hace una revisión y reedición de su historia. Así desarrolla nuevos pensamientos que le ayudan a hacer desaparecer los síntomas de su fobia.
  • Hipnosis clínica, que ha demostrado ser eficaz.
  • Medicamentos prescritos para reducir la ansiedad y aliviar el estrés, como pueden ser los betabloqueadores y los sedantes.
  • Nuevas estrategias de estilo de vida para gestionar la ansiedad, como las de atención plena, las técnicas de relajación, la actividad física y el ejercicio.

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